lunes, 16 de noviembre de 2015

La Casta Guerrera

Planetas

            India tenía una concepción muy amplia de su cosmogonía, creían en los lokas, término que curiosamente entenderemos como “planetas”. Y sus dioses, santos, Buda mismo y nosotros en algún momento, retornaríamos al loka que nos corresponde conforme a nuestra calidad de ser.
De tal manera, además de los planetas que conocemos o que nos nombra la ciencia (sūryaloka le llamaban al sol y candraloka a la luna puesto que eran considerados planetas en la antigüedad), ellos tenían noción de un Universo más amplio, con la existencia de visnuloka, de donde venía el dios Viṣṇu; brahmaloka, planeta perteneciente a aquellos que tuviesen la calidad de brāhmana donde Brahmā reinaba; kṛṣṇaloka o goloka, planeta de Kṛṣṇa; indraloka, residencia de Indra; pitṛloka, planeta de los antepasados difuntos; entre otros.
Esta concepción no era única del pueblo hindú, de alguna manera los germanos, descendientes de estas tradiciones, en su concepción de Yggdrasil, creían que los nueve mundos que unía el Árbol Universal, eran efectivamente planetas habitados por distintas clases de seres: Asgard (“jardín de los æsir”, los dioses); Jotumheim (“el mundo de los jotum”, los gigantes); Alfheim (“el mundo de los alfar”, los elfos, los primeros) y Midgard (“el jardín medio”, nuestro planeta Tierra, donde habitan los hombres), etcétera. Es curioso que sólo Asgard y Midgard incluyan el término gard, que significa “jardín” como en garden, pero se debía a que solamente en estos dos mundos o planetas, las condiciones eran como un jardín (como el jardín del Edén), como un paraíso.

Los nueve mundos


Hay que tener presente que nuestro concepto “planeta” es de los más alejados a la idea de un cuerpo celeste, este término viene del griego y significa “errante” porque creían que eran estrellas sin rumbo fijo, sin embargo, la idea de loka, heim o gard sería lo más asertivo para lo que nos referimos, verdaderos mundos donde habitan criaturas homogéneas a su ambiente, adaptadas a sus condiciones climáticas o su naturaleza.
Pero las ideas tanto germanas como hindúes encontraban una raíz indoeuropea, donde celtas tuatha dé dannan creían venir del cielo, y un Alalu hitita creía haber reinado en el cielo (un mundo fuera de la Tierra) y haber llegado a nuestro planeta luego de ser derrocado, o el antiguo folclor eslavo que creía que sus deidades, los dioses indoeuropeos, llegaron desde el espacio hace miles de años, y descendieron en vehículos espaciales con el símbolo propio de su raza: la esvástica. Es decir, la idea de un conjunto de planetas civilizados de donde vinieron las deidades a la Tierra, no es una invención propia de la Ciencia Ficción, sino una tradición de los primeros hombres, aquellos que habitaron en comunidad con sus dioses, estos mismos dioses que dijeron venir de otros planetas.


Ciencia Ficción y Cultura Popular

Entonces sabemos que la Ciencia Ficción y las creaciones modernas en general han bebido de estos antiguos relatos sobre razas de planetas muy lejanos, entre ellos me viene a la mente obras tales como “La Guerra de los Mundos”, “Star Strek”, “Star Wars” y como no, los famosos planetas Kriptón y Vegita.
Es en este último planeta donde me detengo: un planeta conquistado alguna vez por una sociedad guerrera (los saiyajin) a un pueblo pacifista (los tsufurujin), nombrando al antiguo planeta Plant por el de su Rey Vegeta, Vegita, y desde este núcleo belicoso, iniciar una empresa de conquistas a través del espacio con el fin de acabar con las especies de ciertos planetas para vender estas enormes errantes a comerciantes intergalácticos u otras razas más pudientes.
Esta misma idea de una raza guerrera a través del espacio se encuentra en la película de Superman (Superman y Son Gokū guardan muchas semejanzas) “Man of Steel” donde los kriptonianos fueron alguna vez una antigua civilización conquistadora de mundos —muy semejante a la teoría anunnaki de Sitchin—, también se encuentra en la película Outlander, y podemos apreciar esta raza guerrera intergaláctica en la idea de los necróferos en la película “The Chronicles of Ridick”. Me resulta curioso, es una inspiración en los artistas que se repite en más de una obra, alguien más podría encontrar claros ejemplos de esto a que me refiero. Y si volvemos al mito ¿Acaso el Valhalla no guarda relación con este mundo al que los guerreros, y sólo los guerreros, parten una vez fallecidos en batalla? Y concentrándonos en la tradición hindú, no deja de ser revelador El Bhagavad-Gītā 2:32: “¡Oh Pārtha!, dichosos los kṣatriyas a quienes se les presentan oportunidades de pelea sin buscarlas, abriéndoles las puertas de los planetas celestes.”
Con un poco de atención uno puede observar claramente que el manga Dragón Ball de Akira Toriyama (y la serie posteriormente) tiene bastantes rasgos de la cultura hindú; ya el personaje principal, Son Gokū, esta basado en una deidad china de nombre Sun Wukong que encuentra raíces en el hombre-mono Hānuman, una criatura de apariencia simiesca que figura principalmente en El Ramayana. Y conforme a este texto sagrado hindú, la casta guerrera, o kṣatriyas, lograba enormes poderes, podía luchar por los aires, controlar la materia y lanzar energías que podían arrasar grandes zonas. Todos estos guerreros encontraban su cuna en una raza de dioses guerreros, que alguna vez le entregaron una esvástica al hombre, el rey Manu, y el hijo de éste lo utilizó como bandera propia de la casta político-guerrera.
Al parecer, todos los mitos hindúes e indoeuropeos en general apuntan que estos dioses encontraban su residencia en otro planeta, en un loka, donde predominaban los rasgos belicosos de sus integrantes, obtenían grandes poderes y, dato curioso, eran vegetarianos (Odín sólo se alimentaba de cebada e hidromiel). ¿Acaso saiyajin no significa “el pueblo del vegetal”? ¿Y acaso Vegeta, que es el nombre del rey y el príncipe, no significa “vegetal” a secas? ¿Y acaso cada individuo de este mundo no llevaba un nombre que significase un vegetal en sí? (el verdadero nombre de Son Gokū era Kakarotto que significaba “zanahoria”, el de su hermano era Raditz, “rábano” y el compañero de Vegeta era Nappa, “repollo”).

Saiyajin, la Casta Guerrera



Por Tradición Oral pude recibir la historia de los upaniṣads, un pueblo prehistórico que no emitía sonidos para comunicarse y no consumía carne, que, como he podido ir averiguando, se trata de los mismos hiperbóreos a que se refiere el mito grecoromano y comparten tanto las culturas celtas, germanas y eslavas; esa civilización polar que se cree vino de las estrellas usando una esvástica como símbolo con una enorme tendencia a las artes de la guerra de la cual descendería la cultura indoeuropea que, como podemos apreciar a través de la historia, ha llevado el mismo patrón en sus conquistas. Y refiriéndome a una cuestión de dioses, dioses que no pertenecen a raza alguna sino que están por sobre esta limitante mortal, resulta menester hacer mención que otros pueblos no indoeuropeos comparten ese mismo sentimiento bélico o guerrero entre sus hombres, como los vemos en tribus africanas, amerindias o asiáticas de un origen distinto al indoeuropeo.


Los bienaventurados svásticas

“Gua mandó traer enseguida un esquife magnífico, cubierto con un dosel color pálido amarillo, y sobre el cual resonaban alegres conciertos y ondeaba una bandera con la enseña de los bienaventurados svastikas”
El Ramayana

Cuando encontré este párrafo en El Ramayana quedé bastante alegre, puesto que dicho símbolo en la bandera de un grupo de individuos llamados “svastikas” era claramente una esvástica, y además, el nombre es definido al final del mismo libro como “Swastikas o suásticas: Espíritus celestes del paraíso de Brahma”, es decir, habitantes de brahmaloka, upaniṣads o hiperbóreos. Seres que claramente habían llegado desde un mundo más allá de nuestro planeta, que habían alcanzado un poder sobre la materia (el libro los define como “espíritus” pero en el texto los ejércitos son guerreros físicos) y fueron quienes les entregaron los conocimientos a los hombres e instauraron la casta de los kṣatriyas, la nobleza político-guerrera hindú y de donde desciende el espíritu marcial de los indoeuropeos y hombres en general. “La Personalidad de Dios, el Señor Śrī Kṛṣṇa, dijo: Yo le enseñé esta imperecedera ciencia del yoga a Vivasvān, el dios del Sol, y Vivasvān se la enseñó a Manu, el padre e la humanidad, y Manu a su vez se la enseñó a Ikṣvāku” aclara sorprendentemente el Bagavad-Gītā 4:1, e ikvákidas, “descendientes de Ikṣvāku”, se les llama a los ejércitos en El Ramayana.

Banderas de los Bienaventurados Svástikas


Esta bandera de esvástica se mantuvo por milenios desde Ikṣvāku hasta Rāma (hacia 4250 a. C.) y se mantuvo como símbolo propio de la nobleza y los guerreros no solamente en grupos indoeuropeos, sino que en amerindios a lo largo de toda América e incluso en las castas samurai medievales y en las banderas de Japón hacia el 1900.

¿Persiste aún esa casta guerrera entre nosotros, esos descendientes de los bienaventurados svastikas, esos upaniṣads, hiperbóreos, que no necesitaban emitir sonidos para comunicarse, que no comían carne y alcanzaron un enorme poder bélico no en sus maquinarias, sino en su espíritu mismo? ¿Qué pasaría si un día regresa esta casta guerrera? ¿Reconoceremos a nuestros dioses o sólo veremos la raza saiyajin como una analogía de la llegada del europeo a América en el s. XV? Me deja pensativo…