Planetas
India tenía una concepción muy
amplia de su cosmogonía, creían en los lokas,
término que curiosamente entenderemos como “planetas”. Y sus dioses, santos,
Buda mismo y nosotros en algún momento, retornaríamos al loka que nos corresponde conforme a nuestra calidad de ser.
De tal
manera, además de los planetas que conocemos o que nos nombra la ciencia (sūryaloka le llamaban al sol y candraloka a la luna puesto que eran
considerados planetas en la antigüedad), ellos tenían noción de un Universo más
amplio, con la existencia de visnuloka,
de donde venía el dios Viṣṇu; brahmaloka,
planeta perteneciente a aquellos que tuviesen la calidad de brāhmana donde Brahmā reinaba; kṛṣṇaloka o goloka, planeta de Kṛṣṇa; indraloka,
residencia de Indra; pitṛloka,
planeta de los antepasados difuntos; entre otros.
Esta
concepción no era única del pueblo hindú, de alguna manera los germanos,
descendientes de estas tradiciones, en su concepción de Yggdrasil, creían que
los nueve mundos que unía el Árbol Universal, eran efectivamente planetas
habitados por distintas clases de seres: Asgard (“jardín de los æsir”, los dioses); Jotumheim (“el mundo
de los jotum”, los gigantes); Alfheim
(“el mundo de los alfar”, los elfos,
los primeros) y Midgard (“el jardín medio”, nuestro planeta Tierra, donde
habitan los hombres), etcétera. Es curioso que sólo Asgard y Midgard incluyan
el término gard, que significa
“jardín” como en garden, pero se
debía a que solamente en estos dos mundos o planetas, las condiciones eran como
un jardín (como el jardín del Edén), como un paraíso.
Los nueve mundos
Hay
que tener presente que nuestro concepto “planeta” es de los más alejados a la
idea de un cuerpo celeste, este término viene del griego y significa “errante”
porque creían que eran estrellas sin rumbo fijo, sin embargo, la idea de loka, heim o gard sería lo más
asertivo para lo que nos referimos, verdaderos mundos donde habitan criaturas
homogéneas a su ambiente, adaptadas a sus condiciones climáticas o su
naturaleza.
Pero
las ideas tanto germanas como hindúes encontraban una raíz indoeuropea, donde
celtas tuatha dé dannan creían venir del cielo, y un Alalu hitita creía haber
reinado en el cielo (un mundo fuera de la Tierra ) y haber llegado a nuestro planeta luego
de ser derrocado, o el antiguo folclor eslavo que creía que sus deidades, los
dioses indoeuropeos, llegaron desde el espacio hace miles de años, y
descendieron en vehículos espaciales con el símbolo propio de su raza: la
esvástica. Es decir, la idea de un conjunto de planetas civilizados de donde
vinieron las deidades a la Tierra ,
no es una invención propia de la
Ciencia Ficción , sino una tradición de los primeros hombres,
aquellos que habitaron en comunidad con sus dioses, estos mismos dioses que
dijeron venir de otros planetas.
Ciencia Ficción y Cultura Popular
Entonces
sabemos que la Ciencia Ficción y las creaciones modernas en general han bebido
de estos antiguos relatos sobre razas de planetas muy lejanos, entre ellos me
viene a la mente obras tales como “La Guerra de los Mundos”, “Star Strek”,
“Star Wars” y como no, los famosos planetas Kriptón y Vegita.
Es en
este último planeta donde me detengo: un planeta conquistado alguna vez por una
sociedad guerrera (los saiyajin) a un
pueblo pacifista (los tsufurujin), nombrando
al antiguo planeta Plant por el de su Rey Vegeta, Vegita, y desde este núcleo belicoso,
iniciar una empresa de conquistas a través del espacio con el fin de acabar con
las especies de ciertos planetas para vender estas enormes errantes a
comerciantes intergalácticos u otras razas más pudientes.
Esta
misma idea de una raza guerrera a través del espacio se encuentra en la
película de Superman (Superman y Son Gokū guardan muchas semejanzas) “Man of
Steel” donde los kriptonianos fueron
alguna vez una antigua civilización conquistadora de mundos —muy semejante a la
teoría anunnaki de Sitchin—, también se encuentra en la película Outlander, y
podemos apreciar esta raza guerrera intergaláctica en la idea de los necróferos en la película “The
Chronicles of Ridick”. Me resulta curioso, es una inspiración en los artistas
que se repite en más de una obra, alguien más podría encontrar claros ejemplos
de esto a que me refiero. Y si volvemos al mito ¿Acaso el Valhalla no guarda
relación con este mundo al que los guerreros, y sólo los guerreros, parten una
vez fallecidos en batalla? Y concentrándonos en la tradición hindú, no deja de
ser revelador El Bhagavad-Gītā 2:32: “¡Oh
Pārtha!, dichosos los kṣatriyas a quienes se les presentan oportunidades de
pelea sin buscarlas, abriéndoles las puertas de los planetas celestes.”
Con un
poco de atención uno puede observar claramente que el manga Dragón Ball de
Akira Toriyama (y la serie posteriormente) tiene bastantes rasgos de la cultura
hindú; ya el personaje principal, Son Gokū, esta basado en una deidad china de
nombre Sun Wukong que encuentra raíces en el hombre-mono Hānuman, una criatura
de apariencia simiesca que figura principalmente en El Ramayana. Y conforme a
este texto sagrado hindú, la casta guerrera, o kṣatriyas, lograba enormes poderes, podía luchar por los aires,
controlar la materia y lanzar energías que podían arrasar grandes zonas. Todos
estos guerreros encontraban su cuna en una raza de dioses guerreros, que alguna
vez le entregaron una esvástica al hombre, el rey Manu, y el hijo de éste lo
utilizó como bandera propia de la casta político-guerrera.
Al
parecer, todos los mitos hindúes e indoeuropeos en general apuntan que estos
dioses encontraban su residencia en otro planeta, en un loka, donde predominaban los rasgos belicosos de sus integrantes,
obtenían grandes poderes y, dato curioso, eran vegetarianos (Odín sólo se
alimentaba de cebada e hidromiel). ¿Acaso saiyajin
no significa “el pueblo del vegetal”? ¿Y acaso Vegeta, que es el nombre del rey
y el príncipe, no significa “vegetal” a secas? ¿Y acaso cada individuo de este
mundo no llevaba un nombre que significase un vegetal en sí? (el verdadero
nombre de Son Gokū era Kakarotto que significaba “zanahoria”, el de su hermano
era Raditz, “rábano” y el compañero de Vegeta era Nappa, “repollo”).
Saiyajin, la Casta Guerrera
Por
Tradición Oral pude recibir la historia de los upaniṣads, un pueblo prehistórico que no emitía sonidos para
comunicarse y no consumía carne, que, como he podido ir averiguando, se trata
de los mismos hiperbóreos a que se refiere el mito grecoromano y comparten
tanto las culturas celtas, germanas y eslavas; esa civilización polar que se
cree vino de las estrellas usando una esvástica como símbolo con una enorme
tendencia a las artes de la guerra de la cual descendería la cultura
indoeuropea que, como podemos apreciar a través de la historia, ha llevado el
mismo patrón en sus conquistas. Y refiriéndome a una cuestión de dioses, dioses
que no pertenecen a raza alguna sino que están por sobre esta limitante mortal,
resulta menester hacer mención que otros pueblos no indoeuropeos comparten ese
mismo sentimiento bélico o guerrero entre sus hombres, como los vemos en tribus
africanas, amerindias o asiáticas de un origen distinto al indoeuropeo.
Los bienaventurados svásticas
“Gua mandó traer enseguida un esquife
magnífico, cubierto con un dosel color pálido amarillo, y sobre el cual
resonaban alegres conciertos y ondeaba una bandera con la enseña de los
bienaventurados svastikas”
El Ramayana
Cuando
encontré este párrafo en El Ramayana quedé bastante alegre, puesto que dicho
símbolo en la bandera de un grupo de individuos llamados “svastikas” era claramente una esvástica, y además, el nombre es
definido al final del mismo libro como “Swastikas
o suásticas: Espíritus celestes del paraíso de Brahma”, es decir, habitantes
de brahmaloka, upaniṣads o hiperbóreos. Seres que claramente habían llegado desde
un mundo más allá de nuestro planeta, que habían alcanzado un poder sobre la
materia (el libro los define como “espíritus” pero en el texto los ejércitos
son guerreros físicos) y fueron quienes les entregaron los conocimientos a los
hombres e instauraron la casta de los kṣatriyas,
la nobleza político-guerrera hindú y de donde desciende el espíritu marcial de
los indoeuropeos y hombres en general. “La Personalidad de Dios, el Señor Śrī Kṛṣṇa, dijo: Yo le
enseñé esta imperecedera ciencia del yoga a Vivasvān, el dios del Sol, y
Vivasvān se la enseñó a Manu, el padre e la humanidad, y Manu a su vez se la
enseñó a Ikṣvāku” aclara sorprendentemente el Bagavad-Gītā 4:1, e ikvákidas, “descendientes de Ikṣvāku”,
se les llama a los ejércitos en El Ramayana.
Banderas de los Bienaventurados Svástikas
Esta
bandera de esvástica se mantuvo por milenios desde Ikṣvāku hasta Rāma (hacia 4250 a . C.) y se mantuvo
como símbolo propio de la nobleza y los guerreros no solamente en grupos
indoeuropeos, sino que en amerindios a lo largo de toda América e incluso en
las castas samurai medievales y en las banderas de Japón hacia el 1900.
¿Persiste
aún esa casta guerrera entre nosotros, esos descendientes de los
bienaventurados svastikas, esos upaniṣads, hiperbóreos, que no
necesitaban emitir sonidos para comunicarse, que no comían carne y alcanzaron
un enorme poder bélico no en sus maquinarias, sino en su espíritu mismo? ¿Qué
pasaría si un día regresa esta casta guerrera? ¿Reconoceremos a nuestros dioses
o sólo veremos la raza saiyajin como
una analogía de la llegada del europeo a América en el s. XV? Me deja
pensativo…
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